UNA TRAGEDIA QUE ESTREMECE AL URUGUAY: UN PADRE Y SUS DOS HIJOS APARECEN SIN VIDA

Crónicas del Este 05/09/2025 Política

El Uruguay entero amaneció sacudido por una noticia que hiela la sangre y rompe el alma. Andrés Morosini Rechoppa, de apenas 28 años, apareció muerto junto a sus dos pequeños hijos, Alfonsina de 2 años y Francisco de 6. La búsqueda desesperada que desde el miércoles mantenía en vilo a Soriano terminó en el peor de los desenlaces: los cuerpos fueron hallados dentro del auto hundido a tres metros de profundidad en el arroyo Don Esteban, a la altura del kilómetro 58 de la ruta 20, cerca de Young. La esperanza, esa chispa que sostenía a una madre y a todo un país, se apagó de golpe al conocerse la verdad. No hubo rescate, no hubo final feliz: hubo silencio, dolor y un vacío que quedará marcado para siempre.
Morosini, jockey de profesión y trabajador de la construcción como su padre, había comenzado el miércoles con una rutina aparentemente común. Tras adherirse a un paro del SUNCA, fue dejado por sus compañeros cerca de su casa en Mercedes. Pero en lugar de volver a su hogar, caminó hacia el domicilio de su expareja, Micaela Ramos, madre de los niños. Allí, con violencia y amenazas, se llevó a los pequeños en brazos, sellando un destino trágico. La Policía confirmó que existían medidas cautelares en su contra y que ya había antecedentes de conflictos y agresiones. Todo esto no fue suficiente para detener lo que horas más tarde se transformaría en un crimen que desnuda las grietas más oscuras de nuestra sociedad.
La angustia se apoderó de Soriano. La Policía, la Armada Nacional y los buzos rastrearon caminos, ríos y montes, mientras la madre esperaba un milagro. Pero la escena encontrada fue un golpe brutal: el auto hundido, los cuerpos atrapados dentro, una imagen que nadie podrá borrar. El dolor de los rescatistas se sumó al de una nación que otra vez se pregunta: ¿cómo puede ser que los más inocentes sigan pagando con su vida los actos irracionales de los adultos?
Hace no mucho, el país lloraba otra tragedia cuando un instructor de karate se llevó a un niño y lo asesinó. Ahora, esta vez, fue un padre. La repetición de estos hechos no es solo una coincidencia, es un grito desesperado que pide reflexión, justicia y cambios profundos. Siempre se guarda una esperanza, por pequeña que sea, pero esa esperanza quedó hecha añicos frente al espantoso final. La imagen de Alfonsina y Francisco, dos angelitos de apenas 2 y 6 años, se quedará grabada en la memoria colectiva como un recordatorio del precio que pagan los inocentes cuando la violencia se adueña de los vínculos familiares.
El país entero se estremece, la madre queda destrozada, y el Uruguay, otra vez, se queda de luto.